Qué despropósito el del niño Suárez. Además de retransmitir en directo la agonía del pobre hombre, no se le ocurrió mejor cosa que pasearlo por la calle de Alcalá y aledaños, en plan Juana la doliente de Castilla y  culminó su tarea con un funeral esperpéntico. Para la ocasión fichó a Rouco, el cura trabucaire quien emuló la gran película de Trueba «Amanece que no es poco» y viendo el llenazo en la plaza se puso estupendo y, si le dejan, acabamos en el 18 de julio. Disparó a las Autonomías, al aborto y a todo el que se moviera.

Ignoro qué pretendía el chaval, cuyo comportamiento fue absurdo desde el principio pero  parece tener más relación con sus apetencias personales que con la figura de su padre a quien hace días que elogié cumplidamente. Que le hagan Duque o reduque pero que se esté quietecito porfa.

A todo esto Gallardón haciendo de las suyas y marcándose un millón de artículos de reformas orgánicas y procesales. Cuando se enterarán de que los problemas de la Justicia  están mucho más relacionados con los bemoles que con las leyes y que éstas alcanzan siempre un mínimo grado de cumplimiento cuando se trata de exigírselas a los protagonistas del tinglado. Menos corporativismo en la Inspección y nos ahorraremos muchas leyes. Dicho esto ya os iré desgranando mi parecer sobre la cosa, que promete dar para mucho.

Para terminar anuncio mi más firme propósito de no opinar sobre la trama jurídica de la tocata y fuga de Espe pero no creo que una persona que aspira a liderar moral y políticamente a u n país debe ponerse en fuga delante de los agentes de la autoridad, previa infracción de las normas y, eso sí, protegida de forma vergonzosa por otros agentes de la autoridad cuya identidad, por cierto, seguimos ignorando. Que paséis buena semana  y no os preocupéis por la Pasión, que ya os la pondrán otros.