Esperanza se fue con su maleta de piel y su biquini de rayas, como decía la canción de los sesenta bien es cierto que referido a Eva María. La versión oficial, su enfermedad, ni se la cree nadie ni tampoco lo ha dicho ella de forma rotunda. Aparte la chorrada de decir que en un año se ha curado de un cáncer, la verdad es que, afortunadamente, no parece tener novedad alguna de connotaciones negativas.

La razón de la partida tiene que estar en otro lado y, sin propósito de utilizar información especial de ninguna clase, voy a aventurar una hipótesis de mi cosecha.

El mayor misterio de la despedida es que, en un país de correveidiles no se filtrara noticia alguna ni siquiera en círculos próximos a la ex. Mi tesis es que no hubo filtración por la sencilla razón de que la decisión se adoptó esa misma mañana. No hubo tiempo para nada. Y ¿qué pasó esta mañana que le condujo a dar el portazo? Sólo una cosa, que se entrevistó con Mariano.

La conversación pudo tener numerosos motivos de fricción pero es factible que la visita la provocase el propio Mariano, aunque esto sea un detalle menor. O el preboste preguntó o ella se apresuró a relatar los entresijos de sus acuerdos con el «chiquito de las Vegas» famoso torero especialista en el pase del casino. Posiblemente contase que había llegado a un acuerdo, con su imprudencia habitual, sobre el fumeque, el impuesto de sociedades, impuestos locales, tasa de retorno de las inversiones y créditos bancarios, es decir, nada de su competencia. Mariano se encontró con un  pacto fiscal en toda regla que le iba a incendiar aun más a los nens del noreste y a los manifestantes de las camisetas multicolores.

A partir de ahí, lo imaginable. Discusión, amenaza de dimisión y despedida. Téngase en cuenta que la ex se encontraba con la papeleta de mandar al de Las Vegas a hacer puñetas- lo que se merecía- y esto ante el regocijo de los danzantes de la sardana, eso sí, a ritmo de rock. Si non e vero e bien trovato.