España ha dejado de ser andaluza

Creo que fue Azaña quien dijo, con su rara habilidad para equivocarse en las predicciones,  que, como consecuencia de no se cuáles elecciones,  España había dejado de ser católica. La que nos esperaba.

Bueno, como nunca aprendo, ahí va la otra a la que se refiere el título. Confío en no equivocarme pero lo digo con la boca pequeña porque, en primer lugar, no me importa , es más, si tengo que elegir prefiero Andalucía, mi segunda casa al cabo, que cualquiera otra. En segundo término porque los regionalismos me parecen símbolos de atraso y a mí  me gustan las tendencias modernas y no las medievales y, por último, son mucho más simpáticos que los demás.

Desde que el González anterior, con la aquiescencia de la CIA, inventó el PSOE,- lo que había habido antes no tenia nada que ver- la política en España se había decantado por el andalucismo. Sus dirigentes salían de allí, sus principales tonterías las decían allí y aquello era un cortijo al que le sacaban muchísimos frutos. Vicepresidentes, ministros, diputados, simples altos cargos de personas influyentes y muchos otros tenían allí sus covachuelas desde donde influían en Madrid o Cataluña.

Su estilo era simplemente folclórico. Somos maltratados por un poder secular y necesitamos toca clase de reparaciones. Aves, autopistas, Eres, formación. Cualquier cosa era poca. Tanto, tanto dinero que las arcas rebosaban y cuando esto sucede no hay otra salida que los «desvíos». La política se quedó en el vacuo folclore de Susana y al primer pinchazo al globo se desinfló. Ya no hay nada como no lo hubo nunca.

La vida ha cambiado con las célebres primarias. Un chico creo que de Alcobendas se ha llevado el gato al agua y este sabe bastante poco de Andalucía y su circunstancia. Nada que ver con Boabdil. No me lo imagino ni en las Ferias, sean de Sevilla o Jerez, ni las semanas por santas que sean ni en las romerías. Este, como mucho, se cree que Andalucía es Doñana donde hacerse fotos de ecólogo de vacaciones y sin reparar en que allí no hay más seres humanos que otros como él.

Ya veremos en qué queda todo. Disminuir la influencia no parece cosa mala pues como el tiempo ha demostrado la que había no ha sido precisamente benefactora, pero las alternativas dan mucho, pero que mucho, miedo.

Quería hoy añadir una reflexión que, por una vez, ha de ser enteramente jurídica. Vaya la que ha liado la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Impuesto de Bienes Inmuebles y la posibilidad de recuperarlo en los casos de disminución del precio con respecto al que se pagó en la compra. Si una cosa costó cien y se vendió por ochenta, caso habitual durante la crisis y aún en la actualidad, no se puede cobrar un impuesto cuyo fundamento era la ganancia.

Hasta ahí lo entiende cualquiera pero resulta que la ley dijo naranjas de la china y estableció un sistema de precios objetivos. A través del valor catastral o los índices de las Comunidades Autónomas los precios no tienen derecho a bajar y te cascan por cualquier transmisión alcanzando por supuesto a Donaciones y Sucesiones. El Constitucional se ha cargado el sistema pero, en mi opinión, no ha solucionado nada por mucho que los abogados masivos o los periodistas piensen, o digan, lo contrario.

Por encima de los valores objetivos están los propios precios. En un supuesto normal si la escritura de compra puso cien  y la de venta setenta no hay nada que objetar pero lo que no se puede hacer es computar la compra como ciento veinte porque hubo un dinerillo que se me había olvidado. Precisamente el sistema actual tuvo su origen en evitar los «olvidos» con precios objetivos. En la práctica el sistema funcionó porque los precios de compra siguieron siendo bajos pero la crisis los disparó y ahora vienen los lamentos.

La cuestión se complica aún más con los precios de venta y su prueba real. La escritura es un principio de prueba pero nada más. Si se intenta ir al mercado la prueba pericial necesaria desanima al más pintado y aquí no vale lo de exponer anuncios de venta o citar el caso del vecino. Total que todavía no he visto a nadie recuperar un euro y algo de crédito he de tener cuando hasta hace algunos años, muchos ya desgraciadamente, era el Magistrado que más sentencias había puesto en esta materia. La inundación de pleitos era de tal calibre que en Madrid existía un Tribunal – duró varios años-solamente dedicado a esta materia. El Tribunal seguía existiendo cuando se había cambiado el sistema.

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