La edad no perdona y la mía menos que ninguna. Resulta que con el lìo de Sanchez no he dicho nada del escándalo colombiano, país que siento muy próximo por mi dilatada experiencia en la zona.
Colombia es para los parámetros europeos un país con estructuras normales. Tiene su Parlamento, sus partidos y su tinglado general que incluye Tribunales, Constitución y órganos para su defensa. Tiene, además, dos problemas, la droga y la guerrilla que, por cierto, está absolutamente implicada en la droga.
La izquierda mundial ha venido justificando la guerrilla por la existencia de los ricos y los pobres, la desigualdad que ello conlleva y las cien mil mentiras que tanto gustan a los que adoran los gatillos. Al final, como siempre, un tinglado de los Castro que aprovecharon las condiciones selváticas para matar a todo el que se movía.
La actualidad es que las FARC estaban agotadas y casi derrotadas y han buscando el final pasando una extraordinaria factura al calor de los tiempos del buenísimo que incluyen ONU ¡¡¡ y a la Iglesia ¡¡¡…. y, como guinda de todas las tartas, Obama. Lo de la ONU pase porque siempre está con la demagogia pero lo de los curas es demasiado. Estos tíos lo mismo sirven para celebrar un funeral que para ocasionarlo. A esto se le añade mucha palabra «paz» y muchas camisas blancas y ya tenemos la fiesta.
Las condiciones de la supuesta paz eran infames y lo único que ha sucedido es que las trescientas páginas de la conspiración de La Habana han de revisarse. Nada especial pero que les ha puesto de los nervios. Van a seguir capitulando ante la guerrilla, no les queda otra, pero un pelín matizado. Creo que es para ponerse contentos.
Tengo un amigo colombiano en Madrid que es de la cáscara amarga. Mucha paz, mucho perdón y Uribe es un cabrón. El que no piense así, como es mi caso, si no es un vituperable asesino, casi. Yo creo que lo acordado es mejor y me acuerdo mucho de la ETA. Igualito, igualito que el difunto abuelito.
Por cierto, menudo papelón para los que asistieron al número de las camisas blancas antes del plebiscito luego fallido. No se si había alternativa pero el gallo Margallo se lució haciendo ir hasta al rey suplente. ¡¡¡ por qué nadie le avisó que en Colombia no hay elefantes¡¡¡