Hemos salvado a Sanchez

No lo queríamos anunciar hasta que la noticia fuese un clamor y evitáramos las acusaciones de aventurerismo periodístico. Ya tenemos solución para este individuo.

Si ko que quería era un puesto a toda costa ya lo tiene. Cuando ya todo parecía perdido vino el Brexit y se produjeron las dimisiones en cascada tanto entre los partidarios como en los detractores. A Sánchez se le pusieron los ojillos vidriosos de la pura emoción al pensar que podía ponerse las botas y eso en el terreno que mejor domina, la ambigüedad y el matonismo todo al mismo tiempo.

Dicho y hecho. Le estamos nacionalizando inglés y luego que sea él quien escoja su destino. Hay que hacerlo con premura antes de que se den cuenta y procedan a toda uva a rellenar las vacantes. Que lo nombren en seguida y ya pensarán en sus cometidos. Al fin y al cabo qué más da. Además ahora nos hemos enterado que el capitán de la manada inglesa tenía en nuestra nómina europea, desde hace años, al chofer, la criada y sabe Dios a quién más. Esto es política social que diría Sanchez.

Con un poco más de esfuerzo colocamos también a Rivera y hacemos el negocio del siglo. Ya no haría falta que se fueran los ingleses de la UE. Es como si se hubieran ido.

Por lo demás, se están empezado a reproducir todos los elementos que conducen a las terceras elecciones a fin de que los dos citados puedan seguir comiendo sin trabajar. Yo bailaría contigo pero no con tu hermano o hermana, yo sólo una pieza, yo no bailo con nadie porque me duele un tobillo y tú, además, no me gustas. Así no hay quien organice un baile de cuatro.

La vida nacional tiene también y, afortunadamente, otros derroteros. El que más me seduce es el de las ayudas públicas a equipos de fútbol. Resulta que, como habíamos sospechado siempre, la supervivencia de los equipos como constelaciones del universo está vinculada a que los subvenciones con nuestro dinero. El problema es que nos tememos que la Union no tenga facultades de decisión y que la UEFA y FIFA estén pringaos hasta el cuello y, a la hora de la verdad, miren para otro lado como han hecho siempre.

Bueno, ya llegó el verano y toca remojarse en las playas más sucias de Europa, eso sí, en dura competencia con italianas y las del sur de Francia. Claro, como el dinero de la limpieza, que es cara, se lo gastan en los bolsillos de los administradores, sucede lo que sucede.

Ya os lo contaré pero esta semana tengo que pasar unos días en Berlin vigilando a mi hijo pequeño y viendo cómo se gasta mi dinero. No es esto lo que más preocupa, porque es austero de naturaleza, sino su utilización académica. Al final, si no es por una cosa es por otra pero toda la vida pendiente de ellos. La culpa, aunque nos cueste reconocerlo, es del maldito cariño.

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