De vez en cuando y en respuesta a los motivos más absurdos me reintegro a la vida social. En esta ocasión ha sido con motivo de la presentación en la Real Academia del libro autoeditado Diccionario Español Jurídico cuyo autor es Santiago Muñoz Machado, secretario de la Casa, conocido Catedrático y antiguo amigo como he tenido ocasión de decir aquí en diversas ocasiones.
La primera sorpresa fue el nivel de asistencia. No cabía un alfiler y eso en miércoles por la mañana tiene su mérito. Estaban todos los asiduos a los actos de Santiago y por todos es preciso citar a una mayoría de Vocales del Consejo Judicial, encabezados por Carlos Lesmes, su Presidente, muchos académicos, otros muchos catedráticos, jubilados de los más varios orígenes y militares sin graduación como es mi caso. Muchas alegrías por los reencuentros y un nivel de salud, atendidas las circunstancias, más que aceptable.
Buenos discursos de una dimensión más que razonable contribuyeron a que el rato se pasara con agrado. Por cierto Lesmes tiene voz radiofónica y, además, sabe hablar. Este chico cuando tenga que volver puede dedicarse a las Ondas aunque dudo que el Consejo de Control de Podemos se lo permita. El papeo discretito como siempre que está pagado por instituciones y se celebra en sus propios locales. Mi diabetes no padeció por las privaciones.
Aquella multitud de ilustrísimos me ha movido a una reflexión que debo compartir con vosotros. Me refiero a la importancia del curriculum para toda labor mínimamente importante. Nos habíamos acostumbrado a Suarez como la excepción a la persona ilustrada pero a la vista está que habíamos cometido una equivocación. La vida es a grandes rasgos justa y los antecedentes, incluso los penales, anuncian con frecuencia la que se nos viene encima. Ahí tenéis a Mario, que parece extraído del anuncio de los langostinos, o al célebre Pineda que de matón de la porra pasó a matón de los bancos. Menudo pavo.
Es necesario recordar lo que muchos dijimos con las reformas universitarias que patrocinó el Psoe en los ochenta. Se trataba de fundar una legión de esclavos que, a cambio de unos duros y sin requisito alguno de conocimiento, chuparan del presupuesto y se titularan pomposamente profesores de universidad. Ya pensábamos que se trataba de un coladero para que tipejos menos que mediocres se sumaran a la manada de chupópteros. Los Profesores No Numerarios, los Agregados y la pléyade de nuevos catedráticos conformaron un panorama aterrador.
El tiempo ha pasado y las consecuencias están a la vista. El ejército de pedantes polemistas viene de las mencionadas covachuelas y a lo más que llegan es al entusiasmo por Maduro o por un párroco iraní. Cómo serán en la docencia, no quiero ni imaginármelo.
Por todo esto me he pasado a reivindicar el curriculum como exponente al menos de una cierta parcela de conocimiento o práctica. Rajoy tendrá todos los defectos que queráis pero es Registrador de la Propiedad lo que podría parecer, en los tiempos pretéritos, que no añadía nada valorable. Mentira cochina. Un registrador de la Propiedad por lo menos domina el terreno de la propiedad y eso, en los tiempos que corren, es muchísimo.
Sanchez, por el contrario, no es absolutamente nada sino ayudante del ayudante de no se qué materia en universidad de cuarta y en promoción de descenso a quinta. Fue un enchufado de un personajillo de la secta cuando la guerra de los balcanes y allí anduvo ganándose las habichuelas y quejándose por su escasez. Las diferencias son más que evidentes.
Bueno, para desengrasar, un cotilleo. Vereis por la tele que el inefable Hernando se moderniza constantemente poniéndose gafas de colorines. No pasa nada y la cabeza sigue en su sitio y en búsqueda y captura. Lo que sucede es que su santa tiene una óptica y llega a casa con el último modelo. Hernando hace de probador. Puede ir cogiendo práctica porque la va a necesitar.