Los últimos rumores apunten a que, después de haber dicho mil veces que no quería ser francesa por preferir ser capitana de la tropa aragonesa, la Virgen ha cambiado de opinión y se va con las huestes de Napoleón. Los cronistas más radicales apuntan a la posibilidad de que, una vez en Francia, opte por integrarse en las masas afganas o de Honolulu.
Todo parece ser fruto de haber conocido la «personalidad» del alcalde de Zaragoza. Le ha dado miedo y no quiere estar tan cerca. Este individuo ha dicho, a propósito de las salvajadas de Bruselas, que recogemos lo que sembramos, o sea, que bien merecido lo tenemos.
Habría que preguntarse , primero, por qué se atreve a hablar en plural, o mejor, por qué se atreve a tan siquiera, hablar. En segundo lugar, ignoro qué es lo que siembra el caballerete en sus ratos libres pero yo por mi parte no siembro nada, por lo que aviso a mis candidatos a reventadores que no deseo acudir a la cosecha.
El problema de estos incalificables es que se creen elegidos para filósofos de la ciudadanía. Sólo hace falta verlo a él, o a la abuelita gagá o al Kichi o no digamos a la Colau. Son todos perturbados peligrosos que, menos mal, por ahora, se contentan con hablar y poco más.
A los de Bruselas habría que decirles que no se molesten en buscar a los huídos en siniestros barrios islamistas. Basta con que busquen en los cuartos de basuras de algunos ayuntamientos españoles.
Por lo demás he pasado los días de asueto en mi refugio sureño. Mucha gente, gamba roja y caminando de acá para allá recreando la vista, y yo me entiendo.
El del ático andaba por allí de compras insistiendo en la necesidad de calcetines abrigaditos. Ha debido echar sus cuentas y ha concluido que para el otoño puede estar a la sombra y allí se pasa frío. Por cierto, que sigue siendo un misterio la razón por la que Cerezo se metió en el charco a disgusto de la familia Gil que es la propietaria del Atleti. Los últimos rumores es que no guarda relación con los supuestos favores en los Planes de Arganda o Rivas y el tontaina de Fernando Martín, aquel Presidente por un día del Madrid.
Se trataría de otro favor descomunal que permitíó la ciudad deportiva del club en Alcorcón. Menos mal que se conformó, si ello es así, con un ático. Podría haberse quedado con un distrito de la capital.