Comienzo mis palabras a solas con un homenaje a mi primo Carlos que el pasado viernes nos dejó desde su sede en mi pueblo, Fuente de Cantos, provincia de Badajoz.
Carlos era la persona que yo he admirado más por su forma de vivir. Se comió, y se bebió, la mitad de Extremadura con envidiables incursiones en Escocia. Sin embargo, ha vivido una cantidad más que razonable de años, poniendo así en duda la certeza de las convicciones sobre las ventajas de cuidarse con vistas al futuro.
La principal anécdota que recuerdo de su magnífico carácter me la contó un compañero judicial, hace tiempo desaparecido, el gran caballero y bellísima persona Luis Hernan Cano . Al presentarme en el Tribunal que él presidía, mayo del 88, y a la vista de mi apellido me preguntó sobre mi relación con Carlos a quien profesaba un gran cariño desde que fue su «preparador» para las oposiciones a judicatura en los cincuenta, tarea en la que Luis llegó a ser muy conocido.
Resulta que a finales de la década citada se presenta Carlos, que estudiaba en Madrid en casa de unas tías comunes, y le dice que lo deja todo y que vuelve al pueblo a un oficio de segundo en la más que modesta Caja de Ahorros local. Se pasó hasta la jubilación de jefe en la Caja y Abogado en ejercicio. Luis se quedó estupefacto porque estaba a punto de sacar las oposiciones y nadie en aquella época se imaginaba a un joven prometedor dejando Madrid para volver a Extremadura. Carlos fue feliz cual regaliz. Se casó algo madurete con la maravillosa Loli que era quizás la única persona del mundo capaz de aguantar al pachangón de mi primo y tuvieron muchos hijos que compartían con el padre el vicio de la caza, al principio de zorro, perdiz y codorniz, y luego ya el jabalí y cérbidos. Descanse en paz mi querido primo.
La cruda realidad nos devuelve a la prosa y, para empezar, a la actualidad política. A Rivera se le ha puesto cara de tonto, lo ha visto Sánchez y le ha aplicado un tocomocho de última generación. Como a Rivera le impresiona cualquier cosa, es catalán tirando a paleto, le ha sentado en un noble despacho y le ha puesto a la firma un documento con más solemnidad que la rendición de Japón ante el gilipollas de Mac Artur en el acorazado Missouri.
El chaval ni se enteró que estaba ante un reconocido trilero que le iba a poner los cuernos a las primeras de cambio y eso además de sostener que el papel no dice nada de lo que el pringao creía. Ahora la cosa tiene mal arreglo aparte del decojone del gallego que ha pasado a ser un estadista a la altura de Tayllerand.
El otro cachondeo, también anunciado en La Guinda, es el de Florentino y el sosainas del francés que le hace de mamporrero. Todo apunta a que a Floro le quedan horas al mando de la nave. No creo que puedas soportar el ridículo tan espantoso al que está sometido. Además está preocupado por su salud. Afortunadamente, todo parece indicar que no es nada mínimamente serio, se trata sólo de una obsesión permanente. A la menor, como es costumbre entre nuestro ricachones, se larga a Estados Unidos- es lo que ha hecho- puesto que nadie como ellos para curarse un catarro.
El único problema pendiente es el de los avales. Floro ha fichado a golpe de talonario de la gan banca como diría el añorado Marcelino. Lo que sucede es que los bancos se respaldan en los avales de sus empresas y esta es la clave para que no pueda marcharse a no ser que deje un testaferro que no le salga al revés…………….como Fernando Martín, aquel genio incomprendido de Martinsa que creyéndose más listo que Descartes acabó estafado por un gallego. Sic transit gloria mundi.