Se diga lo que se diga estos del PSOE son unos fenómenos. Ahora s han inventado lo del poli bueno y poli malo algo que, por otra parte, estaba inventado desde los tiempos del can-can.
Resulta que con motivo de las trifulcas que tienen organizadas, y que les tienen en un estado de feliz exaltación, han descubierto que lo realmente importante es hablar mucho, no decir absolutamente nada y salir frecuentemente en la tele. En esto surgen dos bandos. Por una parte están los leales cuyo discurso consiste en insultar a Rajoy y proclamar el progresismo, las reformas y la lucha contra la corrupción sin que nadie se haya molestado en decir qué es cada cosa y sin que nadie se acuerde que la corrupción a lo bestia la inventaron ellos. En este lado están los más serviles y necesitados, a saber, Luena Hernando y Oscar López.
En el otro lado se encuentran los críticos con aparente libertad de crítica. Encabezados por Guerra allí está Susana, algún barón territorial y unos cuantos ex como Leguina.
Que se vaya sabiendo que todo es una gigantesca mentira. Los socialistas son una cofradía casi religiosa en la que todos viven sin trabajar. Forman un entramado desde hace muchos años y acabarán calladitos porque están envueltos en una trama de enchufes e intereses que les incluye a ellos y sus familias. Si alguno habla es la ruina personal y familiar y eso además de que tampoco les apetece. Están formados en la revolución de las universidades y si no son de Podemos es, sencillamente, porque se han hecho viejos.
En el futuro, si todo sale como parece, acabarán patrocinando a ETA a través del PNV y serán mucho más tibios con nacionalistas y árabes locos. Dirán lo del diálogo y la libertad de expresión para justificar los más horribles crímenes. Lo de los polis buenos es una inmensa mentira y con cuatro duros se arregla.
A todo esto han vuelto a organizar el aquelarre cultural de los Goya. Una cuadrilla de analfabetos, capitaneados por el peor y presentados por un tipo gracioso tan vacuo como los demás han protagonizado una noche lamentable. Han utilizado la excusa de hacer un homenaje al peor directos español de todos los tiempos, Mariano Ozores, y han puesto de florero a Mario Vargas quien, desde que se volvió a emparejar, vale igual para un roto que para un descosido.
Yo he conocido en mi vida a dos altos dirigentes socialistas. Tengo que decir que con los dos tuve amistad y por el que afortunadamente vive profeso afecto aunque nos veamos muy poco.
El que falleció no hizo otra cosa sino medrar y hablar por teléfono. Nunca trabajó pero le echaba muchas horas. Se jubiló, más o menos, porque tenía empresas públicas, pocas horas antes de terminar y recuerdo que yo le decía – tuvo siempre sentido del humor- que era la primera persona de mi vida que se jubilaba sin haber trabajado nunca, excepto para prepara oposiciones, cosa que sabía hacer con singular maestría.
El otro, el que está, repito que afortunadamente, vivito y coleando, ha trabajado, si ello es posible, muchísimo menos. Ahora, cuando ya parecía que su vida laboral tocaba formalmente a su fin, se ha calzado uno de los puestos de la Comisión negociadora con los otros partidos. Es como un milagro. Sigue saliendo en la tele pero este ha descubierto que su gran virtud, gracias a la cual vive sin hincarla, es la discreción y lleva sin decir casi nada desde la primera comunión. Tampoco le hacía falta porque es un profesional de los privilegios. Su padre era catedrático falangista, de Girón, y en esa casa siempre hubo de todo para una familia numerosa. Por supuesto todos han sido progresistas, faltaría más.