Me cuentan en círculos muy próximos que hay una tradición ecuatoriana por la que las personas muy anhelantes de viajar, no es mi caso, si quieren estimular su afición deben pasearse en un trayecto corto arrastrando una maleta justo después de las doce campanadas. La maleta puede ir vacía y el trayecto no necesita prolongarse más allá de lo que se conoce como una vuelta a la manzana. Aunque no tiene iguales efectos para que la superstición prospere, en caso de olvido o imposibilidades el rito puede dejarse para el día siguiente.
Todo esto os lo comunico para evitar que si conocéis, u os encontráis, a algún paseante de esta guisa no penséis que se trata de un dirigente político que, tras un proceso reflexivo, ha decidido largarse a su casa de una puñetera vez, se llame Sánchez o Mas, sino que le desea al nuevo año seguir viajando a nuestra costa.
Pues bien, al contrario de lo que le sucede a Sánchez, Felipe ( el gacetillero de El Pais) ha escrito un artículo muy sencillo y contundente contra los salvajes de Venezuela, sin que ello tenga mayor mérito por la obviedad de la materia. Estoy intrigado por la razón oculta en el propósito y llego a la conclusión que uno de sus jefes, Cebrián o Slim, debe estar cabreado con la panda «madura». Felipe es un mercenario de todo, principalmente de su espantosa pluma y no está para desperdiciar su tiempo.
Hablando de salvajes prehispánicos. Florentino, qué tendrá, trae al solar patrio unos jovencitos en estado semisalvaje, les compra un cochecito de nada, se ponen como motos a 200 con riesgo de todos los españoles……y aquí no pasa nada. Ya se encargan sus gorilas de evitarlo sabiendo que las armas de la policía están sujetas al cinturón con pegamento y no se pueden sacar cuando se trata del Real Madrid o de Esperanza Aguirre. Esta es la verdadera justicia y no la de los grandes procesos. Empieza por la policía y sigue en los fiscales que esperan la ocasión para hacer mutis por el foro. Culmina en los jueces de guardia, expertos en mirar para otro lado. A ver si alguien nos ofrece razón que permita conocer con toda precisión qué sucedió y ello mediante la declaración en el juzgado del responsable por impedir la entrada de la policía en un recinto que, como Valdebebas, es de Floro. Al final, la situación deportiva no es sino reflejo del estado absoluto de descomposición de toda la empresa.
Ayer pegué un salto en la cama cuando oí a un afamado periodista, un tal Iñigo, que había que apresurarse para ir a La Habana antes de que los americanos le quitaran su «encanto». Se necesita ser bruto. A él le mandaba yo a que se internara unos añitos en las cárceles de allí y se refocilara en el encanto. Qué fácil es ser periodista diletante a costa del sufrimiento ajeno. Y otra cosa. Ni los americanos ni nadie ha quitado encanto a nada mediante el turismo. La promoción de un destino funciona exactamente al revés y las excepciones, que las hay, son mucho menos significativas que los beneficios.
Bueno, mis mejores deseos para el año aunque esto suene a hablar por hablar.