De candidato a caganet

Resulta que Herodes, que en el fondo era un bonachón, decidió organizar unas elecciones a Gobernador de Judea y encomendó a sus procónsules que le buscaran un competidor porque unas elecciones en solitario podían sonar a cachondeo. Les dijo que había de tener buena planta y ser algo gilí porque no se trataba de que le aguaran la fiesta. Ningún otro requisito salvo dominar la lengua de la zona.

Los procónsules se pusieron a la tarea porque sabían  cómo se las traía el jefe cuando se ponía de mala leche y eligieron a un legionario que daba los requisitos si bien en lo de gilí se pasaron tres pueblos. Llamábase Caius Petrus Sanchizium. Inmediatamente se dispusieron los preparativos para el ensayo con frenética actividad.

Todo iba bien pero de pronto el legionario recibió un mensaje diciendo que en el circo los espectadores, principalmente legionarios recién llegados de los lupanares y con bastantes copas de más, habían reclamado con el pulgar hacia abajo que querían sangre de verdad y no salsa de tomate. Dicho y hecho. El candidato sufrió un repentino ataque de ira y allí no quedó títere con cabeza. Herodes se agarró un cabreo del quince y dispuso que se acabó el cachondeo. Al legionario había que buscarle empleo porque no quedaban cruces para obtener un final más rápido. Un inesperado aumento de la demanda debido a la acumulación esos días de falsos profetas , sin duda a causa de las fiestas navideñas, había agotado las existencias.

En definitiva, que el pobre candidato pasó a desempeñar funciones de caganet ……….. y que vaya dando gracias a la deidad pagana más milagrosa.

El otro protagonista del momento es Florentino. Al pobre no le sale nada. Entre su ignorancia y la chulería todo se le vuelve del revés. Los periodistas, acogojonados, le echan la culpa a la cúpula del Madrid. Deben referirse a que Floro, antes de ejecutar a alguien, se mete debajo de una cúpula porque en caso contrario no se sabe quién comparte sus reflexiones. En Roma, tras el sorteo, ya han empezado las celebraciones. Que lo disfruten.

Otra cosa. Se ha puesto de moda hablar otra vez de la reforma judicial, eso sí, sin tomarse la molestia de decir qué y cómo quieren reformar el tinglado. Es como la Constitución. El único que ha dicho algo es Rivera y mejor que se hubiese callado.

Este hombrecillo ni sabe lo que es un Tribunal, ni sabe qué son los nombramientos o los expedientes disciplinarios y eso sin mencionar a la multitud de decisiones gubernativas del Consejo. Por qué se creerá el imberbe que se pelean por formar parte del organismo. Uno cosa es, como sucede, que después de suplicar el favor de un Partido para obtener el nombramiento descubran que si no eres del grupo especial de favoritos del chico del Opus, no rascas bola y otra muy distinta es que no quieras satisfacer la siempre malsana curiosidad.

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