Somos Ciudadanos queramos o no

Aunque por circunstancias personales, no precisamente felices, voy a ser muy escueto no quiero perder la ocasión de efectuar una consideración sobre el papel histórico del nuevo partido político, Ciudadanos. Del otro no hablo porque ese es un tema más de las Fuerzas de seguridad que de un observador curiosón.

No soy partidario de C ´S. No les votaré porque como, ya he dicho, carecen de alguna experiencia que no sea el simple postureo para avalar, aunque sólo fuese moralmente, sus posiciones.

Sin embargo, no me duelen prendas a la hora de distinguir entre su significado concreto y el papel que un momento histórico le ha concedido. C´s tiene dos valores extraordinariamente positivos aunque dependan de sus actuaciones futuras. El primero es su papel catalán. Por circunstancias desgraciadas les ha tocado relevar al PP del carácter de partido con miras nacionales de Cataluña sin que sea observado como el demonio con estigma para ser votado. La derecha social ha de estar representada y a ellos les incumbe hacerlo.

La segunda característica es la de posibilitar la única salida política de nuestro país, a saber, la coalición entre las dos fuerzas mayoritarias, salida que obstaculiza con obcecación el PSOE. La batalla del Ebro terminó con el resultado que sabemos y el hecho de que hoy nadie justifique su existencia no permite seguir pagando un tributo que perjudique la convivencia. Ciudadanos puede llamarles al orden aunque sea a cambio de una cierta pasta en forma de cargos que es lo que más les gusta.

Hace mucho que no hablo del gran drama nacional de los muertos en el tráfico. Ayer escuché que de cinco muertos cuatro eran motoristas. Sigo sin ver a un  solo guardia civil detener a un motorista que vaya a toda leche y sigo sin ver a un solo motorista de moto grande ir a una a velocidad normal. Además, la Guardia Civil ha desaparecido de las carreteras y eso que ha bajado la gasolina.

Por otra parte sigue produciendo un efecto devastador un individuo que responde al nombre de Santiago Córdoba quien, desde los micrófonos de Ondacero, no se cansa de repetir que la culpa de los accidentes es del Gobierno porque no edifica una autopista para ir a la esquina y que el «dichoso» exceso de velocidad, como dice él, es un invento.

Es muy dueño de manifestar tal disparate, pues lo dice desde lo privado y para privados, pero yo soy también muy dueño de creer que está a sueldo de los fabricantes de coches rápidos cuya publicidad es que sus coches, o algunos modelos, alcanzan velocidades de vértigo. Vendrán días mejores.

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