Nunca me había ocupado con cierta serenidad de la que tienen montada unos cuantos facinerosos a propósito de eso que se conoce como «el lio catalán». No es que hoy vaya a romper mi costumbre sino que hay una faceta del asunto que me ha empezado a cabrear y tiene que ver no con los facinerosos sino con la contraparte, o sea, el gobierno.
Rajoy es desesperante hasta tal punto que va a conseguir no ya perder el gobierno y dárselo a los facinerosos o a los pijos insustanciales sino, lo que es más difícil, sin haber hecho mal nada importante. Claro, con una sola excepción, Cataluña.
Para empezar pretende engañar a todo el mundo. Se harta de proclamar el imperio de la ley pero no pronuncia jamás las leyes que le toca cumplir a él. Mas está consiguiendo cachondearse del Estado. Dice que no cumple las leyes porque no le sale de sus partes y que se ahorren las molestias porque tampoco las piensa cumplir en el futuro. Se hace acompañar de un juez medio lelo que se pronuncia a pago alzado. Una joya, vamos.
El espectáculo es dantesco. La imagen de que aquí todo el mundo puede hacer lo que quiera con tal de provocar el miedo marianista con carácter previo se impone con rotundidad. En España hay dos mecanismos tan legales como los demás. De uno no se dice nada y del otro cada vez que se pronuncia sale el Registrador o la soraya de guardia a llamar al silencio no sea que los que llaman catalanes se molesten.
Este último es el del 155 que no sé por qué lo escribieron. Si se suspendiera la Atonomía, y motivos hay de sobra, Mas no cobraría su sueldo, el dinero no se tiraría y muchas barbas se pondrían en remojo. Además habría festejos populares, posiblemente fuegos de artificio, y estas son cosas que siempre alegran a la gente.
El primero es más prosaico y de efectos más inmediatos. Mariano tiene a la Fiscalía para pedir medidas cautelares en los procesos y una de sus causas es la posibilidad de que el delincuente prosiga con su actividad delictiva. Un Mas entre rejas o inhabilitado cautelarmente creo que le quitaría mucho hierro a la cuestión y haría desaparecer la sensación de impunidad que nos invade. Está en las leyes cuyo cumplimiento el Sr. Registrador suplica como un lorito.
Por otra parte, está en pleno apogeo el campeonato nacional de traidores, de rancio abolengo en nuestra patria. Si los ganadores de otros años eran Durán y Roca, tanto montan uno como otro, a estos se han sumado la Lozano y la patulea de los podemistas que se quitan la traición de la boca. La Lozano ha batido todas las marcas y no saben ya qué medalla darle. La de platino parece escasa.
Ha fichado por el que era lógico. Una de las tonterías que han pasado a la historia es que Roma no pagaba a los tridores. Perdón, concedamos que Roma no les pagaba…………pero el PSOE les triplica el sueldo.