Un tranvía llamado deseo

Como habréis averiguado -me jacto de tener los lectores más listos del universo literario- no pretendo hablar de la peli de 1951 de Elia Kazan basada en la novela de Tennessee Williams sino del tranvía de Parla, que les ha puesto como motos.

Siempre he creído que la persona con más poder en España tras la muerte del Amo fue Polanco. El PSOE no ha jugado sino de eso, de juguete, pero el que cortaba el bacalao era D. Jesús porque todos sabían que sería el único que sobreviviría. A su muerte, pues hasta él se murió, Cebrián fue haciendo un papel de comparsa en plena decadencia al ritmo que aumentaba su deuda bancaria. En la actualidad se parece a la Alemania de marzo de 1945 donde el jefe del bigote se pasaba el día diciéndole a sus harapientos soldados que estaba a punto de llegar la salvación en forma de invento bélico como ahora será, supongo, un banco providencial.

Tuvo suerte el sucesor de  D. Jesús ( todavía no me atrevo a tutearle ) de que la otra parte contratante también iba para abajo y, así, culminarían con Zapatero, Rubalcaba y lo de ahora, que no se sabe muy bien quién o qué cosa es que diría, citando al jefe, D. Camilo Alonso Vega de Demóstenes. La anécdota completa es que en un Consejo de Ministros el dictador dijo de Solís, después de alabar sus dotes para la oratoria, que era el auténtico Demóstenes del régimen. D. Camilo, que tenía fama de ser como los de Lepe, se encontró con un amigo ilustrado por la calle y le lanzó la pregunta mencionada sin saber si se refería a un ser vegetal, mineral o animal.

Bueno, pues ahora va Rubalcaba, que no puede parar de conspirar porque se lo pide el cuerpo, y se sube al tranvía de Parla para, primero ser su único pasajero, y, después, llevarse por delante al tal Gómez, ideólogo del cacharrito, y todo esto de la  mano de Cebrián que estaba ajustando cuentas y, de paso, colocando al amiguete Gabilondo. Debe creerse, como pasaba en Berlín, que acabará rehaciendo el imperio y que será paseado en volandas por la afición.

Va de culo y cuesta abajo. Son todos una patulea de mediocres que no van a ningún lado y tanto Rajoy como el coletas se deben estar desternillando con el espectáculo. Para acabar de fastidiarla el Gómez se ha echado un amigo solidario, el tal Carmona que, en contra de sus costumbres, le ha sido fiel diez minutos cuando todo el mundo pensaba que no pasaría de dos . Por cierto y antes de que se me olvide, este Carmona fue quien en su día dijo – se le escapó – que inventándose otro Prestige tenían para ganar las siguientes elecciones. Un caballero de la cabeza  a los pies.

Me cuentan, por último, que lo del tranvía está de lo más feíto. Nadie menciona por ahora a Gómez, que tan preocupado está por su «honorabilidad » pero la cosa apesta más que el marisco pasado. Se han omitido trámites y no se han seguido los que constan  y esto al margen de unas cuantas cosas más. Me pega a mí que algo de esto  sabía Sanchez cuando tomó la decisión, supongo que previa consulta al conspirador a su vez inspirado por los obreros de los muelles de Manhattan dedicados esta vez a un imaginario periodismo.

Y luego nos extrañan las cosas que les pasan a los fiscales de Argentina.

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