Ay, pena, penita, pena

Me acuerdo de la copla al hilo de la que se está montando con las contradicciones en la Audiencia Nacional entre una Sección diestra y otra zurda. No conozco el problema con la profundidad necesaria y, además, no me gusta hablar de decisiones judiciales concretas. Por si fuera poco tengo conocidos en las dos.

Sin embargo creo que es ocasión propicia para reflexionar sobre el problema de fondo que no es sino las funciones de la pena. La izquierda ha incidido siempre en la función rehabilitadora, como si no existieran otras. Se trata única o principalmente de reinsertar al delincuente en la sociedad y, por ende, considerarlo rehabilitado por el simple transcurso del tiempo. La derecha critica esta postura diciendo que la reinserción es muy fácil por aquéllo de que quien evita la ocasión evita el peligro. Así, es difícil prever problemas de integración en los asaltantes de bancos armados de pistolas o solamente corbatas puesto que en la cárcel no hay bancos y ni tan siquiera cajas de ahorro.

Tampoco corremos peligros con los violadores de niños o incluso de mujeres puesto que en la cárcel carecen del elemento básico que son – lo habéis adivinado- los niños y las mujeres. Por eso cuando pasa el tiempo se tiende a pensar que en el fondo no son malos chavales, que el tiempo los ha curado etc.. etc. No digamos ya las penas de los que utilizan careta política para sus fechorías. Si ya no hay ETA se pasa a la página siguiente.

Esta simpleza en el pensar desconoce, se quiera o no, que la pena, en  mucho o en  poco, cumple otras dos finalidades, a saber, la de cautela frente a los malos mediante su retirada de la circulación y la de legítima satisfacción de la venganza que se sustrae a la víctima, al contrario de lo que sucede en ciertas religiones que todos sabemos, para otorgársela en exclusiva a la sociedad. Por eso se cabrean las víctimas cuando ven mucha generosidad en los tribunales a la hora de desconocer la duración de las penas y mandar a los presos a celebrar la Navidad, por ejemplo.

Esto no quiere decir ninguna de estas dos cosas: primero, que las penas no reinserten nunca a nadie. Es falso porque en numerosos casos la sombra modifica las conductas y los condenados, con suerte, salen convertidos en personas normalistas. La segunda es que la concesión de permisos, incluso amplios, fomentan que las salvajadas se repitan. No es cierto. La prensa airea, y hace bien, los fracasos pero son miles los supuestos en que no sucede nada y el preso vuelve al hoyo para esperar otra ocasión y que cada vez sean más. Me consta y por eso lo digo.

Vayamos con Sánchez, el de los despropósitos. Se va a cabrear Susanita la del ratón chiquitín y lo va a correr a gorrazos. No es que meta la pata, es que no sabe caminar ni siquiera por terrenos planos. Esto no obsta a  las críticas, a todas luces excesivas, que se hacen sobre sus propósitos reformadores de la Carta Magna. Son injustas porque he indagado en sus intenciones y tiene más razón que un santo. Hay muchas palabras que se han escrito en mayúsculas cuando con minúscula tendrían más que bastante y, por si fuera poco, faltan un par de puntos y comas. Yo no seré un experto pero no se me escapa úna. A este paso van a hacer de Mariano un Churchill del siglo XXI.

Por último, una buena noticia. Entre tanta injusticia como padecemos, que un valle de lágrimas es poco para lo que tenemos, ha habido un Tribunal que ha actuado con imparcialidad, conocimiento y acierto técnico. No tengo palabras para el halago. Se trata de la Corte que ayer eligió a la Miss Mundo. Claro que si elige a otra daría lo mismo.

Anuncio publicitario
Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s