La majadería es incontenible. A la Fugitiva no se le ha ocurrido otra cosa que someter a examen a los candidatos a alcaldes de la Comunidad de Madrid. El examen, como corresponde a su autora intelectual – que se dice ahora – es completamente ridículo y, además, como también corresponde, absolutamente tramposo. Unos pobres desgraciados se presentan para asegurar que son almas de la caridad y que ni tan siquiera desean atentar contra el Presidente de Estados Unidos, un poner. Antes han tenido que ensayar durante horas porque ni esto les sale. Además simulan un estilo populista, es decir, entre chuleta de barrio y ordinarios de ciudad, y todo ello para disimular el pijerío que les sale por las orejas. Tan lamentable que hasta González se ha dado cuenta.
A este paso en casa de la Espe esta Navidad no van a caber los regalos » como siempre sin tarjeta » que decía la canción de la malograda, y en su día conocida mía, Cecilia Sobredo Galanaes. Emocionado recuerdo. Que no se preocupe nadie en buscar la tarjeta. El dadivoso es el Secretario General de la Nada entre dos panes, también conocido como Pablo Iglesias «el Zorro » aquel que cantaba en la radio de los cincuenta » soy el Zorro zorrito para mayores….y pequeñitos «. No sabe ya como agradecer a la lideresa el puñado de votos que le entraba a diario el también conocido por «el coletas». Y el Mariano en Australia mirando.
Me imagino que la Espe les habrá aleccionado de cómo y dónde sacar dinero de los cajeros y que indaguen sobre la intención de los policías cuando los pillen y, si estos se echan las manos al talonario de multas, pues a correr a toda leche sin fijarse en si hay moto o no la hay. Si saben esto, matrícula de honor y ya pueden compartir gloria y otras cosas con lo ídolos de la Fugi, a saber, los beatos López Viejo y Granados ora pro nobis.
En todo caso perdón por la pesadez pues hace veinte años que lo dejé escrito. La corrupción de los grandes números no es consecuencia de la eterna pugna entre malos y malísimos. Es el efecto directo de sistemas de mecanismos sobredimensionados de intervención económica donde las decisiones se producen siempre de forma oscura y anónima, simples terminales de empresas, partidos y sindicatos, de tal manera que se escapan de los sutiles instrumentos de la culpabilidad penal. Por eso no se difunden casos de este tipo en la esfera judicial. Simplemente, los jueces, que no son ni mucho menos más honrados que los otros, no adoptan decisiones económicas generales. Hace muchos años una persona muy relevante en el ámbito intelectual y jurídico me preguntaba si yo creía en el soborno del juez por medio de grandes sumas. Yo, en broma, le respondía : el soborno debe ser de una Coca Cola como máximo, con más les desbordan.
¿Y si «la corrupción de los grandes números» fuera principalmente debida al asesinato de Montesquieu, perpetrado por el reciente jubilata guerrero y sus compinches con la complicidad de todos los gobiernos posteriores, que lo han mantenido…? ¿Y por qué lo habrán mantenido…?