Tristezas

Lo siento. Me había prometido no convertir estas páginas en desahogos de tristezas pero mi actualidad y una cierta propensión me conducen a lo indeseado. La salud me empieza a pasar facturas en forma de primeras advertencias y, para colmo, no se lo que me pasa, circunstancia ideal para que un hipocondríaco como yo pueda aventurarse entre todas las tendencias negativas. Afortunadamente tengo muchos amigos médicos que cumplen el requisito básico para intervenir en mi salud, ser cariñosos. Ando entre pruebas generales, análisis de fluídos, ahora que están de moda, y lo que es peor, ecografías que, por cierto, están colapsadas en Madrid. Gracias a mis amigos, voy tirando.

La tristeza va produciendo consecuencias. Para empezar, he dejado la montaña. 36 años sin otra actividad básica se quedan atrás entre melancolías a veces y sonrisas solitarias en otras. A todos mis compañeros les deseo lo mejor y que perseveren en un empeño cuyo recuerdo me acompañará siempre.

En otro lado, mi vida profesional sufre convulsiones. No es lo peor tener enfrentamientos con quienes consideras faltos de instrumentos intelectuales mínimos. sino que además van con un áurea de lobos del derecho, vulgo chulería, que ya me resulta insufrible. Tampoco su edad es para estirar el cuello pero han decidido apartar el viejo león de la manada y aprovechar su ausencia para sacar a flote su propia nulidad. Valga el testimonio de mi más absoluto desprecio personal e intelectual hacia esta especie de «tontulos» mitad lo uno mitad lo otro.

Creo que terminaré por, bien de forma temporal, bien con carácter definitivo, abrazado a la incapacidad por motivos de salud y, si no es posible, a la jubilación anticipada, posibilidad esta última cuya realización sólo obstaculiza mi administración económica y la juventud de mis hijos. En fin, tristezas y no quiero entrar en otros terrenos y a la que sólo atenúa el glorioso triunfo de ayer.

Vayamos a otros océanos. Catalá está ya enseñando la orejita de puro reaccionario. Gallardón era tan prepotente que no tuvo necesidad de echarse en los brazos de los sectores gremialistas que desde siempre han gobernado el Ministerio. La ley de Tasas fue un golpe frente a todos y, principalmente, los Procuradores.

Le ha faltado tiempo al oportunista de escaparate para volver al seno de los poderosos. Más Registradores- hay que quedar bien con el jefe – más Procuradores – a los que todo el mundo quería sacar de los Tribunales – y más de todo aquello que invierta la tendencia a acortar los juicios para contento de muchos Magistrados que, como he dicho siempre, encontraban en el colapso de los Tribunales un excelente pretexto para no dar ni clavo. Yo conozco algún Magistrado que se ha pasado la vida entre centenares de cursos de formación sin que sepa reproducir verbalmente el objeto de ninguno. Así ha llegado casi al final de su carrera, es un decir, pero creo que se ha inscrito en otro sobre cómo manejar con soltura la silla de ruedas . El Consejo no ha encontrado tiempo para investigar este escándalo que, por otra parte, es muy conocido.

dede

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