Sin darnos cuenta estamos en semifinales del verano. Una semana más y al curre y, encima, a agradecer que úno lo tiene.
Como es costumbre en estas épocas me encuentro algo depre. Si quitamos algunas noches en Lanzarote y el pasado sábado en Málaga, el verano me aburre. Hace calor y mis amigotes se dedican a las rutinarias labores familiares ( como yo ). Total, que echo de menos Madrid aunque sepa que nada más llegar, el próximo sábado, echaré de menos mis lugares de veraneo. Así es la vida al menos mientras mi salud y cuidados de mi hijo me impidan largos viajes que es lo que realmente me gusta .
Como os dije he tenido el pasado sábado mi experiencia tomista, pero no la del filósofo y santo de Aquino sino la que corresponde al cuernicantano de Galapagar. Allí, en la Malagueta, estaba esperándome mi pandilla de Madrid, todos discípulos del Bin Laden taurino, con cara de desprecio sabiéndome cristiano. Entré a la plaza como los mártires del Coliseo confiando en la vida eterna porque la terrenal estaba a punto de acabar.
A continuación sufrí una experiencia mística similar a lo que debe ser una reencarnación potable ( lo de ser una rata no me apetece nada y si no se llega al karma pues qué se le va a hacer ) y presto como un rayo accedí al Jordán de guardia !!! y me convertí!!!. Menudo cachondeo a mi costa en el bar de la caña final. Era un tomista converso ante el alborozo de José Ramón y Angelito y algunos más que no se explicaban tanta alegría por un fenómeno ajeno a la Fiesta.
Mi nuevo líder religioso se lo merece todo. Torea como los ángeles, no hace una sola gilipollez y, encima, la banda de música era toda una orquesta. Si no fuera porque una entrada de sol en el coso malagueño va contra los derechos humanos, y aún así agradeceré siempre el regalo de Jose, el primor hubiera sido completo. Fui feliz y perdono al verano su existencia.