Como ya os dije, he pasado el find en la ciudad de Munich para realizar una más que entrañable excursión con mi hijo mayor y visitar al menor. Todo fenomenal.
Con este motivo he redescubierto Munich después de muchos años. La ciudad es magnífica, bonita y cómoda de visitar. Sin embargo, lo mejor lo constituye el conjunto de museos. A las conocidas Pinacotecas hay que añadir, principalmente, el Deutches Museum o Museo de la Tecnología. Mi amigo Luis Ciordia me lo recomendó vivamente pero se ha quedado corto. Es inmenso, divertido e interesantísimo; lo mejor para mí la navegación marítima y aérea y el capítulo dedicado a las técnicas de construcción de túneles.
En un plano menor, por evidentes razones de edad, lo que se refiere a los robots y toda clase aparatitos que se traducen en pantallas indescifrables para quien suscribe. Pasé toda la mañana del viernes y volvería encantado.
Luego, el Museo de la Ciudad, también interesante, que incluye una escalofriante historia de los nazis, con Dachau incluído. En este apartado resultó mejor de lo esperado la Residencia, que es el nombre del palacio barroco de los regidores bávaros. Estos palacios son todos parecidos y están llenos de objetos cuya hipotética limpieza causa estupor. A la cabeza, Versalles pero el Palacio Real de Madrid, Viena, Aranjuez y La Granja, entre otros muchos, merecen la pena.
Desde un punto de vista más frívolo, disfruté ayer en la Ciudad Olímpica con la exposición actual e histórica de BMW. A mi generación estos coches nos traen la nostalgia del deseo desde los años sesenta. El edificio es muy vanguardista y la exposición modélica.
La cosa terminó con al vuelta en un avión de Lufthansa donde la tripulación se había pintado en los carrillos los colores de la bandera nacional lo cual, unido a otras circunstancias fácilmente imaginables, conformaban un conjunto de lo más sugerente. Además eran simpáticas y parecían buena gente.
Por último, el chaval. Estaba contentísimo y me alegro. Yo le interné en una institución donde, bajo los principios de la mayor severidad germánica, se le instruyera en el aprendizaje y práctica de la novedosa técnica de la dieta del cucurucho, a saber, estudiar poco y ligar mucho. A este paso le van a conceder el «cum laude». Es todo lo contrario de lo que ha visto en su padre pero, con sus resultados, quién es el guapo que se lo reprocha.