Salvo algún autor extranjero que destaca, ahí están los célebres verificadores, somos los reyes de la picaresca y de las trampas. La última, hasta ayer, ha sido la conferencia de la Espe en la City. La cosa cantaba desde el principio. Nadie podía imaginar qué pintaba en la City la más genuina representante del pijerío madrileño y caudilla de insignes políticos como el López Viejo, el Sepúlveda, el Granados o el González, un poner.

Bueno, pues algo vamos sabiendo. Resulta que la Cámara de los Comunes es como el Carrefour pero más solemne. A la tienda principal, donde están los Diputados y en la que no entra nadie por muy Espe que sea, se le añaden unos locales periféricos que se alquilan a dirigentes de países tercermundistas para que farden en su country. Se consiguen por intermediarios, se pagan y arreglado. En el caso contemplado todo lo ha preparado la familia Burns Marañón y una periodista de cabecera famosa por llevar atuendos más apretados que los tornillos de un submarino. Alguien sobradamente culto elabora un discurso más que decente y a tirar pallaste. Luego, mucha propaganda y ya tenemos una lideresa.

Por aquí la noticia es el drama que nos aqueja. Al pobre Mariano nadie le quiere decir que las elecciones europeas pasaron hace un mes; él sigue diciendo que no hay prisas para elaborar las listas y a este paso el pobre Cañete va a reventar con tanta inauguración de salones gourmet. Que tengan piedad y se lo digan ya. El hombre es un buen chico y sabrá encajarlo. Tras unos días de congoja se repondrá y hasta es capaz de adoptar una decisión aunque sólo sea para elaborar una quiniela de fútbo