Nacionalismo, deporte y Consejo del Poder Judicial

Para empezar mis disculpas a mi único lector, Javier, por mi ausencia la semana pasada. Javier sabe la causa y espero su comprensión y el consiguiente perdón. La carne es débil y no digo más que luego me la cargo.

Voy al grano. Con motivo de la desaparición de Luis Aragonés me gustaría insistir en el masivo fenómeno del deporte y el nacionalismo. La repercusión del deporte en la realidad social ha devenido en el último refugio de las paranoias nacionalistas. De un deportista popular se vigila el nombre que le pone a su hija para controlar su identidad nacionalista o el color de su camiseta. Pero también se le concede a un club la posibilidad de saltarse todas  las normas urbanísticas para que su estadio pueda ser exhibido como «el mejor del mundo».

Empecemos por Luis. Como aficionado me pareció un gran jugador. Todavía recuerdo haberle visto en los cincuenta o primerísimos sesenta jugando en el Betis frente al Valladolid en el Villamarín. Me llevaron mis muy queridos primos de Sevilla animados por su padre, el fantástico tío Pedro que, a diferencia de los hijos, era bético hasta el tuétano. Ganó el Betis 3-2, creo recordar, y allí estaba el larguirucho impartiendo lecciones de balompié. Fue un magnífico jugador que conseguía con Gárate tener a los contrarios en jaque con su fulminante contraataque. No entiendo como ahora se resalta su condición de entrenador sobre la de jugador puesto que con excepción de la selección la segunda fue mucho más brillante que la primera.

Mejor dicho sí la entiendo. Como entrenador conectó con el nacionalismo por aquello de «la roja » y el orgullo concedido de ser campeones de Europa. Se produjo la necesaria ósmosis y todos éramos campeones reproduciendo así la clásica escena de los lunes en bares y oficinas con aquello de «ayer ganamos». Es la rebelión del desgraciado aunque no compartan nada con los ganadores, ni siquiera la nacionalidad. Para colmo le van a poner una calle porque el oportunismo de una alcaldesa notoriamente insuficiente no da para más. Apenas había llegado al tanatorio y 1zás! una calle.

Luego están los nacionalistas de sitios más pequeños. Son aún más ridículos y su única disculpa es pertenecer a una banda de cleptómanos. Al nacionalismo le pasa lo que al matrimonio cuya única justificación es el dinero pues el resto es pura concupiscencia. Así ya se pueden entender estas tendencias medievales.

Vamos con el Consejo,  que ya ha perpetrado sus primeras decisiones. Se han impuesto, como era previsible, las ideas más extremadamente conservadoras del Presidente Lesmes ( lateral de la defensa de Atienza y Marquitos ) y Martínez Tritán, azote de Tomás Gómez y aficionado del Valladolid y del Atleti igual que mi gran amigo Curiel. Con su pan se lo coman. Al primero, hombre del Opus, le tengo afecto. Del segundo fui compañero.

La primera decisión han sido los nombramientos, que es lo que más gusta a sus excelentísimos competentes.  Han recaído en los esperados cosa que se sabía desde que se conoció la composición partidista. Su personalidad, igual de conservadora que la de sus mentores.

La segunda decisión define aún mejor qué va a suceder en el futuro. Gallardón había elaborado un proyecto de ley que abordaba, con un  poquito de miedo y freno de mano echado, el secular problema de los Procuradores incidiendo en lo que tendrá que ser a la fuerza su supresión. Tengo grandes amigos Procuradores, excelentes personas y aún mejores profesionales……..pero su tiempo pasó. La informática ha sido su ceremonia fúnebre pero es verdad que no conozco a nadie que los considere algo más que una carga y eso antes incluso de la irrupción de los ordenadores como instrumento esencial del trabajo. Si, por lo menos, su designación fuese voluntaria la cosa tendría un pasar.

El Proyecto ha llegado al Consejo y con la ponencia de Martínez Tristán y Fernández, el Consejo lo ha informado negativamente. Se han impuesto las corrientes corporativistas y han alegado su extraordinaria importancia no recuerdo para qué. Lo normal.

Han repartido otros cargos en materia disciplinaria. Lo mejor que se puede decir es que menos mal que no han nombrado a los descartados. En algún caso eran para no conciliar el sueño.

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