Estaba yo mosca con las palabras del ilustre jurista Nacho González, que tiene un cargazo en la Autonomía de Madrid dispuesto por la no menos ilustre Espe «la liberal», cuando un también ilustre tejano, con apariencia de anciano forajido, nos ha dado la clave para su debida comprensión.
Decía González que hacía falta cambiar a toda leche «el marco legal » y que apremiaba a Rajoy a que lo hiciera. Yo pensé que al pobre Mariano no se le pueden meter prisas ni para ir al baño pero que si se trataba de cambiar marcos, y aún sin entender qué significaba el cambio, todo era posible. Se suma a la petición el pelota de Lasquetty y los palmeros de turno, incluyendo a la botella olímpica, y entre todos han organizado la marimorena. A la incertidumbre del personal vino a poner remedio el jefe de los aludidos, Addelson el Tejano, quien, en una luminosa lección de Derecho, nos explicó el célebre «marco».
Resulta que el tejano y los juristas de pandereta madrileños han concebido un pacto del Estado con el forajido donde lo de menos es el fumeque. Se trata, ni más ni menos, de que se derogue la Constitución y, de paso, el Código Civil y, así, las leyes del tejano no se puedan modificar por otras posteriores ni las elecciones puedan tener trascendencia para los intereses del gordito. Ni el país ha podido llegar a menos ni los juristas de Espe a más, como hubiese dicho el más célebre periodista deportivo de otros tiempos.
Menos mal que, como hemos proclamado tantas veces, la cosa no parece pasar de una broma donde por parte alguna aparece un solo euro. Sin embargo, dada la preocupación de los chicos y chicas de la Espe por los parados ( ¡cuando habrán visto a un funcionario crear un puesto de trabajo! ) me veo en la necesidad de aportar mi granito de arena para arreglar tan pavoroso problema.
Si en los casinos, como parece, no entra ni un jugador de mus los millones de puestos de trabajo creados, deben ir por tropecientos mil, se esfumarían ante la desesperación de la pandilla de los Esperanzos, eso sí, mientras se fuman un puro en habitaciones minúsculas. Eso no lo puedo permitir y he alumbrado una solución milagrosa. Creo que con la cantidad de parados que tenemos ha llegado el momento de no pagarles el subsidio si no se comprometen a gastárselo, por lo menos en parte, en los casinos. De esta forma unos parados financian a los otros y los burócratas pueden seguir aplaudiendo con las orejas. Soy un fenómeno.
Una pincelada sobre mi vida personal. He descubierto que a mis años todavía conozco a gente con hipoteca vivita y coleando. Es la chica tan mona de la que vengo hablando desde hace algunas semanas. Mis amigotes están que trinan de envidia ante la demostración de tanta juventud. Hasta sus hijos ya las han amortizado. Hoy mismo un doctor gran amigo, que me ha invitado a una espléndida comida, me ha comunicado estar en idéntica situación pero, claro, en su caso por motivos de su necesaria instalación profesional. Por cierto, si alguna de vosotras está embarazada debería acudir a mi amigo el galeno hipotecado. Es un buen consejo.