Vámonos de paseo

Hubo una época en la que los médicos no tenían otra cosa que hacer que prohibir fumar. Entraba uno en la consulta y ya le estaban diciendo que suprimiese el tabaco. Conozco problemas graves de personas que ignoraban la existencia del vicio y tenían que acudir a otra consulta a preguntar qué era eso del tabaco. Ahora han decidido que nos vayamos todos de paseo, o sea, a pasear. Una horita y a buen ritmo, calzado cómodo y, como mucho, i-pad con la musiquita.

De esta forma el paisaje urbano ha cambiado notablemente. En vez de verse los parados o jubilatas que antes formaban parte del «mobiliario urbano», con especial mención a los mirones y controladores de obras, ahora existe una legión de ejecutivos que se lo toman con la misma fruición y energía que sus antiguos Consejos de Administración y ello en el sacrosanto nombre de vencer la enfermedad crónica de turno. La Guinda en su misión de mejorar el tejido social, ahí es nada, ha estudiado el fenómeno y está en disposición de ofrecer sus primeras conclusiones.

En primer lugar, los circuitos. Con la pasta de la Merkel, que sirve para todo, hemos hecho los mejores circuitos de paseantes del mundo. En primer lugar, La Coruña. A su lado el conjunto Copacabana-Ipanema es una kaka (me refiero al paisaje no al paisanaje).  Ningún cruce, bastante extensión y suaves subidas y bajadas. En contra, la lluvia, a veces el viento, falta de agua en gran parte del trayecto, y el hecho de que el coruñés tiende a la informalidad y al cachondeo y eso impide un detallado examen de su vestimenta. Me hablan muy bien de Burgos y Tenerife. Al primero le veo el inconveniente del frio. En invierno los infartados se nos pueden quedar pajaritos. Al segundo el calor y advierto que no vale refrescarse con un Whiskito como dicen ellos. Trampas no.

Yo utilizo el circuito, señorial y elegante,  de La Castellana en Madrid. A ciertas horas no se cabe pero aquí hay mucho funcionario y eso permite el paseo escalonado como la operación de salida de Agosto. Ya se sabe que tenemos un horario socialmente avanzado, o sea, que cada uno hace lo que le pete.

En segundo término, la enfermedad. Hay tres subtipos básicos del crónico, el cardiópata, a cuya cabeza están los infartados, el diabético con hipertensión (los no hipertensos son gente feliz que no merece nuestra atención) y los simplemente obesos.

El cardiópata en general es un tipo que me irrita por su altivez. Pasea como desfila un legionario, barbilla hacia arriba y mirada perdida en el horizonte. Se siente socialmente superior porque su médico pertenece a los sumos sacerdotes de la tribu. Por lo visto hay un dicho entre los galenos que dice que la diferencia entre Dios y un cardiólogo es que Dios no opera. Además son gente asustadiza porque el torozón se presenta sin avisar. Van deprisa, y la urgencia en el remedio les impide examinar su vestimenta. No es infrecuente verlos con los tenis blancos y brillantes y pantalones !con raya!. Yo he visto alguno con tenis y traje. Si además se quitan la corbata, peor. No se lo tomen a mal pero no saludan a nadie que se cruce. Ellos están a su bola.

El diabético hipertenso, clase a la que me honro en pertenecer, somos otra cosa. Creemos que esto va a ir poco a poco y nos lo tomamos con cierta tranquilidad circunstancia que nos lleva con cierta frecuencia al precipicio. La vestimenta es más acorde y tiramos de vaqueros. Los médicos, que saben que tendemos a la indisciplina, son más comprensivos y a veces acuden a nuestras exequias.

Por último, los obesos, con la salvedad de que no tengan ninguna de las otras patologías asociada. Grandes filósofos, conocen perfectamente el apotegma de Heráclito o Parménides, ahora no me acuerdo, de que a partir de los cuarenta es inútil pretender adelgazar o aprender inglés (ellos decían espartano pero da lo mismo). Son gente estupenda y saben que con suerte el paseo les abrirá el apetito y asunto arreglado.

Aviso para navegantes. No permitáis que os acompañe vuestra santa o santo. Da una espantosa impresión de miedo y además puede hacer empeorar las cosas al reproducirse las trifulcas domésticas. Hoy he visto una pareja y me ha entrado el yuyo.

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Una respuesta a Vámonos de paseo

  1. lucior dijo:

    ¡¡GENIAL!! Solo por este artículo se merecía usted el título, otrora existente, de cronista de la Villa, que creo ostentó un tal Aguinaga con mucho menos mérito. (¡Seguro!). Me ha sabido a poco y
    lo relatado merece una ampliación, por lo demasiado breve y esquemático. Hay que adornarse más.. En cuanto a lo de Heráclito y Parménides, francamente no me suena en ninguno de sus escritos eso de que a partir de los cuarenta no se pueda aprender espartano ni adelgazar. ¿No se habrá confundido con aquello de mojarse la barriga? Eso me suena más. Felicitaciones por el blog más interesante y ácrata de la nube, ¿se dice así?

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