Hay que dejarse de cuentos. Para milagreros, milagreros los médicos forenses de la Audiencia Nacional ( desconocemos los de otros órganos pero el 112 apunta maneras). Te los mandan y te quitan hasta la caspa. Bolinaga, ni un catarro y el que no quiere ir a Palma, debe ser el único aunque sus motivos tendrá, parece que entrena halterofilia.
Alguno pensará que la milagrería no tiene méritos porque estos médicos son honrados y así cualquiera. Pero también otros tienen a su favor a San Josemaría, que no es moco de pavo, y están siempre malitos.
Hablando del referido santo no se pierdan las memorias del Padre Mindán Manero. Este señor fue un egregio catedrático de filosofía del Ramiro de Maeztu en la época en que sólo decir esto era un símbolo de prestigio. Para su desgracia era tomista y cura en la época en que se llevaba el ateísmo y Hegel. Fue el único cura en la corte de Ortega si quitamos a Zubiri, pero éste se salió. Su única mala idea fue morirse la semana anterior a una cita conmigo y a la edad de 103 años. Su inteligencia era tan deslumbrante que cuando, para salvar el pescuezo en la clandestinidad durante la guerra en Madrid, se afilió a la CNT en en la rama de la enseñanza, acabó siendo el jefe.
Sus memorias son una joya. Están autoeditadas y hasta hace poco se encontraban en la librería Pérgamo de General Oraa en Madrid . Pues bien, en ellas le dedica un par de páginas a San Josemaría con motivo de su coincidencia en el Seminario de Zaragoza. En poco espacio no se puede decir nada ni más alto ni más claro sin proferir una sola palabra censurable. Para su suerte creo que no supo nunca la canonización de su conocido. No creo que hubiese vivido tanto . Por cierto, otro día contaré los entresijos del milagro que condujo a la santidad del personaje. Increíble pero auténtico.